AleX
Inclinado
hacia el papel me muestra su perfil al contraluz, mientras termina un poema
único de niño grande. Lo lee esperando aprobación y, al mismo tiempo, crítica. Es
un mago que convierte cada encuentro en fiesta, pues domina como nadie la
escena y la palabra para que todos rían. Lo hace siempre para sentirse querido con
esa ternura que te desarma sin darte apenas cuenta.
Como su
corazón, su cuerpo, adolescente todavía, cambia, crece y se altera, convertido
en el reloj biológico que marcará mi decadencia cuando sea él quien me aconseje
el camino.
Le
quiero y él lo sabe, aunque le encante discutir y provocarme.
Su vida
es, para mí, un gran regalo.
MaríA
Suave
como el aire y firme como un viento fuerte. Siempre tumbada entre el cielo y el
mar, como la línea del horizonte; siempre llena de paz para poder amar sin
ataduras.
Intento
mirar hacia otro lado, pero su rostro irrepetible me devuelve a la dirección de
su mirada.
Su risa
no cesa de recordarme quién es el faro de mi aventura, quien me ilumina a la
distancia justa para que me sienta libre y necesite volver de nuevo a la orilla
de sus manos.
Subrayas
la inutilidad de la prisa con el ritmo de tu corazón de luna y confundes a los
necios que se cruzan en tu camino; lo sé por experiencia pues fui uno de ellos.
La
quiero y ella lo sabe, aunque prefiere conseguir mi cariño sin parecer que lo
pide.
Su vida
es, para mí, el mayor regalo.
MartA
Te mira
y cuando te habla, la quieres querer porque te quiere siempre y cuando se va, se
queda el aire impregnado de su humor y quieres que vuelva, porque te sabe a
poco.
Te
abraza y cuando te besa, la sientes entera, amor puro, mujer, entrega.
Le
incomoda mi empeño en verla al otro lado del espejo, como si hubiera una vida
en masculino con su nombre y mi rostro, que la impidiera seguir su viaje en
solitario. Por eso, me calla y me cierra los ojos, y los cierra conmigo, porque
nada te pide que ella no haga; entonces, cuando solo somos alma, descubre,
rebelde, nuestras semejanzas.
Y
aunque tiene que irse de mi lado, me da sosiego verla crecer libre y abierta.
No importa porque así será feliz.
La
quiero sin límites y por su nombre, y ella lo sabe.
Nada
nos separará.
JavieR
No sé
si lo he logrado, pero intenté acompañar sus pasos a lo largo de estos años,
como un testigo impulsor e interesado en verle cruzar los limites que se había
encontrado.
Siempre
me ha costado hallar motivos que le sacaran del confort, de su escondite
protector sin biblioteca, de su reino de la intuición que no le cuesta.
Me
compensa saber que guarda toda su ternura para los más pequeños, personas o
animales que manejan el vocabulario del gesto y las miradas; y que se rie de
mis rebotes con sus gansadas.
Sabe
que siempre estaré ahí para apoyarlo y que le quiero sin límites.
Solo
espero de él miles de abrazos.
La
música nos acerca.