¿ Qué hubiera
pasado si la rueda de mi bicicleta se hubiera pinchado justo delante de tu
ventana?
Aquella mañana
tu habrías mirado sonriente y sin disimulo desde el otro lado del cristal, para
después salir a mi encuentro con un parche y una bomba. Como yo nunca he sido
demasiado hábil con los trabajos manuales, me habrías hablado de tu padre y su
capacidad infinita para dominar todo tipo de vehículos, incluso los de tracción
animal. Sin llegar a sentirme mal del todo, te miraría con gesto distraído, y
descubriría que tus ojos comienzan a decirme algo más que insolencias, mientras
tu voz me desarma. Olvidaría el paseo y me mostraría interesado por la zona, por
tus gestos, los vecinos y tu falda.
Pero no, no ha
sido así, y al pasar por tu ventana esta mañana, la rueda giró sin detenerse y
yo pasé de largo sin saber si estabas esperándome.
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